Recientemente he encontrado que la mayoría de los docentes se preocupan mucho por el rendimiento académico, tal vez más que lo que se preocupan por la formación académica, medir las asignaturas en función del número de aprobados y aplazados, y calificarlas como asignaturas críticas sin tener en cuenta el tipo de individuo que se está formando, ni el compromiso que este tenga en su formación resulta muy peligroso, asignaturas como cálculo, álgebra lineal, física y química, resultan debido a su grado de abstracción en asignaturas que a muy pocos estudiantes les agrada, a pesar de los múltiples esfuerzos de lo docentes por hacerlas más llevaderas, hoy en día son las asignaturas que las estadísticas discriminan, sería poco justo compararlas con asignaturas de lectura, o simple memoria, estás asignaturas donde el razonamiento es lo esencial y donde se debe pensar antes que actuar requieren de esfuerzo adicional, y de algo que no se puede enseñar, (ganas de aprender a aprender) incluso , siendo algo filosófico, yo diría que se necesita saber desaprender lo aprendido, romper paradigmas y comenzar desde cero, de la definición al resultado, pasando por los ejemplos que ilustran la teoría, desafortunadamente somos los docentes de estas asignaturas quienes cargamos en la frente el estigma de causar un efecto traumático en nuestros estudiantes, sin embargo , hoy , mañana y siempre son estas asignaturas la base de todas las carreras de ciencias e ingeniería, y seguirán siendo el filtro de estas carreras, pues más importante que la cantidad, es la calidad, y más allá de los números fríos y los análisis en los cuales es fácil juzgar el rendimiento comparando aprobados con aplazados, está la tranquilidad que se tiene al saber que se a cumplido con el objetivo de formar, y de permitir que tus alumnos sean mejores que tu, que logren en un futuro superarte, y que sepan que el esfuerzo, y la dedicación tiene su recompensa, ¿no lo creen así?
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